El Psiquiatra Jorge Montoya Carrasquilla, estudioso de del proceso de Duelo, presenta a modo de resumen, 10 principios Tanatológicos, a fin de que aprendamos de proceso.
1. No esperar lo imposible; no hacemos milagros ni tenemos las respuestas a todas las preguntas.
2. Asistir a una persona en duelo supone admitir la propia vulnerabilidad y exponerse a despertar la propia ansiedad, los duelos no resueltos y favorecer la depresión y la tristeza. Si somos sinceros con nosotros mismos y lo preguntamos, veremos cómo nuestros sentimientos son idénticos a los de otros.
Por otra parte, y si bien el duelo puede llegar a volverse una rutina para el profesional, ciertamente es algo nuevo para el deudo: es la primera vez que él pierde a “ese ser querido” y esto es único y diferente para él.
3. No existe un solo modelo de edad, tipo de muerte, circunstancias familiares u otro indicador en el que poder confiar para decidir lo que se va a comunicar al deudo. No obstante, sí que existe un modelo de conducta frente al deudo y su familia: el mantenimiento de una vía de comunicación permeable.
4. No somos inmunes al dolor del otro; en el momento en que construyamos una “coraza protectora” perdemos nuestra capacidad de “asistir”, de “compasión”, aun cuando conservemos un manejo adecuado y científicamente elaborado de la técnica.
5. La adaptación del acompañamiento a cada persona en duelo es una necesidad evidente puesto que este deudo en particular es diferente de los demás; la flexibilidad y la adaptabilidad de los comportamientos debe ser la única norma común.
6. La esencia misma de los cuidados al deudo es acompañar, y no “quitar el dolor”; si partimos de la idea de que acompañar es igual a quitar el dolor, viviremos el duelo de la persona como un fracaso, circunstancia que a su vez repercute en la manera de tratar a la persona.
Por otro lado, “no hacer nada” es un factor fuertemente creador de ansiedad; para cada situación existe siempre un momento determinado para “hacer” y otro para “escuchar”. Solo cuando el deudo es rechazado porque su forma de expresar el dolor de la pérdida es inaceptable, el “no hacer nada” llega a ser angustiante.
7. Es preciso reconocer que las necesidades del deudo y su familia cambian con el tiempo. Como fenómeno vivencial, el proceso del duelo intrafamiliar es un caso especial de “pérdidas diversas en una constelación familiar”, y sus estados representan el modelo dinámico de adaptación emocional a cualquier pérdida real, sea manifiesta, oculta o ambigua.
8. Las respuestas a los distintos problemas que pueden originarse en el trabajo con personas en duelo deben buscarse en el mismo contexto en el cual se dieron origen. Los recursos propios, de equipo, y estos 10 principios Tanatológicos son los elementos que constituyen la base en la cual encontrar las respuestas más aproximadas a las distintas demandas que puedan presentarse, matizadas por el sentido común y la empatía tan necesaria en este trabajo.
9. Puede ser difícil darse cuenta cuando es necesario callarse y cuando es necesario estar allí. Esto pide conocer a la persona en duelo, comprender sus reacciones y asistirle el tiempo suficiente como para objetivar qué pertenece a él y qué es propio de nuestras reacciones ante su dolor y tragedia.
10. Aunque la respuesta a la pérdida pueda incluir rebeldía y negación en algunos, y estoicismo en otros, no hay un único patrón de respuesta ni deberá anticiparse o animarse a que ocurra de una forma particular. Como en el caso de los enfermos terminales, la persona en duelo es el maestro, y será él quien nos dará sus directrices.
Lic. Yaneth Rubio Pinilla
Tanatóloga